El consumismo domina a la sociedad en general, y los jóvenes en particular. Estamos bombardeados en la televisión y en internet por la publicidad. Las grandes compañías se gastan millones en campañas publicitarias. Pero, ¿les sale a cuenta?
Por una parte, deberíamos saber en qué invertimos los jóvenes nuestro dinero, o mejor dicho, el dinero de nuestros padres y las distintas pagas de abuelos y familiares. Los jóvenes consumimos y mucho. Nos gusta gastar y así lo demuestra una encuesta realizada por el INC en salir con los amigos, comprar ropa de marca, beber y fumar. La juventud derrochamos en ropa de marca porque nos ayuda a estar dentro del grupo, ser IN, queremos parecernos a nuestros ídolos. Resultado; somos una generación físicamente monótona, todos seguimos el mismo patrón.
Por otro lado, el gran ámbito de consumo son las nuevas tecnologías y ahí se incluyen tablets, teléfonos y demás sistemas que nos permiten estar en contacto con el mundo sin salir de nuestra habitación, sin realizar el más mínimo esfuerzo. Tenemos todo a nuestro alcance pero queremos más y rápido. Estos sistemas de comunicación tienen grandes beneficios porque nos acercan a cualquier rincón del mundo. Sin embargo, también pueden resultar perjudiciales a la hora de las verdaderas relaciones interpersonales.
Personalmente, considero que consumir es necesario pero cuando pasamos la frontera de saciar las necesidades básicas y llegamos a la adicción, comienzan nuestros problemas, para resolverlos, necesitamos madurez y personalidad fuerte frente al grupo.
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