lunes, 27 de febrero de 2017
martes, 14 de febrero de 2017
Gloria Fuertes y su nota biográfica
Ayer escuché en la radio este poema, desconocido para mí, sobre la vida de esta poeta. Este año, aprovechando que se celebra el centenario de su nacimiento, tendremos la oportunidad de conocer su obra más profundamente. Aquí os dejo tanto el poema como su declamación por ella misma.
Nota biográfica
Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.
Gloria Fuertes
(Antología y poemas del suburbio, 1954)
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.
Gloria Fuertes
(Antología y poemas del suburbio, 1954)
Influencia de la familia a la hora de escoger los futuros estudios
“Deja, que ya decido yo porque sé
a lo que quiero dedicarme” Esto es lo que todo adolescente con la suficiente
preparación y autoestima debería ser capaz de comunicar a su familia. Pero no
resulta tan fácil porque ¿qué carrera escoger? ¿En qué universidad? Es una decisión que abre
y cierra puertas a nuestro futuro recorrido laboral.
En primer lugar, los padres
desean siempre lo mejor para sus hijos por lo que intentan convencerles para
que escojan las carreras con las que ellos piensan que estos puedan ser felices
a la par de poderse ganar la vida dignamente. Además, muchas veces esta presión que a los 17 años ejercen los padres
viene provocada porque ellos no han
tenido la oportunidad de estudiar lo que deseaban y revierten en sus hijos esa
insatisfacción personal. Los progenitores de ahora pecamos de sobreprotectores
y queremos evitar la frustración, necesaria para aprender lecciones de vida. Ya
decía Machado: “con las amarguras viejas he creado blanca cera y dulce miel. Incluso
esa imposición familiar es causa de una “genealogía profesional” de un negocio
o profesión de varias generaciones. Es preciso que ese grado universitario sea totalmente vocacional
para que junto a las aptitudes que el estudiante posea, desarrolle una carrera
de éxito y se convierta en un objetivo de su felicidad personal.
En conclusión, los estudiantes
deben dejarse aconsejar por sus familiares puesto que tienen más experiencia en
la vida laboral, pero siempre han de ser ellos los que tengan la última
decisión y sobre los que recaiga la responsabilidad de haber escogido su futuro
universitario, es decir, su futura filosofía de vida. Los padres debemos tener
el papel de guías, no de protectores. Si se equivocan, que se levanten y
comiencen a caminar de nuevo.
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