Corea del Norte afirma haber
reactivado su reactor nuclear y el mundo echa a temblar. ¿Nuclear? Suena a
destrucción. ¿Nuclear? Suena a Hiroshima y Nagashaki. ¿Nuclear?
Etimológicamente el “núcleo” de los átomos, tan simple y tan complejo. Usada
desde hace medio siglo por los Estados más beligerantes para proclamarse
superiores, la eternamente controvertida energía atómica va más allá del
uso militar, pudiendo abrir nuevas
puertas al futuro del planeta.
Protones y neutrones fusionándose
para producir calor; es el proceso que enciende el Sol. Y como los humanos
somos fieles aprendices de la Naturaleza, del mismo modo funcionan nuestras
centrales nucleares. Estas son capaces de producir gran cantidad de energía
calorífica usando una nimia dosis de combustible… sin emitir CO2, tan
contaminante para la atmósfera. No parece mala opción, teniendo en cuenta que
las reservas de oro negro se agotarán en un futuro mucho más cercano de lo que
nos gustaría… o de lo que estamos preparados. Además, la energía atómica no depende
de condiciones atmosféricas, a diferencia de la cinética o solar. Sin embargo,
no en vano lo nuclear tiene tan mala fama. Un escape en una planta de este tipo
es capaz de ocasionar sucesos tan aciagos como los de Chernobyl o Fukushima,
cuyas devastadoras consecuencias aún perduran. Por no mencionar el problema de
almacenaje de residuos, que tardan siglos en perder su radioactividad. Aunque
pongamos por ejemplo el caso de nuestra patria España ¿Tiene algún sentido
dejar escapar la riqueza y trabajo genera una central “en casa”, cuando una fuga
nuclear de nuestros vecinos galos ocasionaría el mismo desastre? Por otra
parte, dejando a un lado la producción de energía, la investigación sobre los
usos nucleares aplicables al campo de la medicina va “viento en popa”. Quizá
ahí esté el futuro de la sanidad, quizá aquello que tanto tememos nombrar se
convierta en fuente de detección y cura de nuestras dolencias.
En definitiva, en un mundo a cada
instante menos sostenible es necesario buscar alternativas. ¿Hasta qué punto se
puede abusar de la potencia de los átomos? Hay quien dice que si juegas con
fuego acabarás por quemarte, y ciertamente la energía nuclear supone riesgos.
Pero solo el tiempo, y sobre todo la investigación y la ciencia podrán
determinar si merece la pena asumirlos, o si podemos controlarlos sin ponernos
en peligro.