En un mundo donde impera la rapidez y la inmediatez, tendemos a crear lazos más profundos de amistad en relaciones que probablemente serán efímeras. Entonces, ¿puedo confiar a un recién conocido mis secretos más íntimos? No, ni por todo el oro del mundo.
Vivimos con el patrón de "usar y tirar" y así como renovamos nuestro móvil cada año, por analogía podemos renovar nuestros amigos periódicamente gracias a las redes sociales , acudiendo a celebraciones de diversa índole ( bodas, comuniones ), participando en campamentos o en viajes ocasionales. Pues bien , estas se esfuman como se pierde la fuerza del champán, se olvidan con la misma rapidez que se han creado , desaparecen del mapa de nuestra vida en el minuto uno que ya no están al alcance de la vista. El tamiz del tiempo y la memoria nos demostrará si esa persona es merecedora del término 'amigo'. Es cierto que en algunas ocasiones alguna coyuntura especial ha propiciado el nacimiento de diversos lazos de empatía : jugar en un mismo equipo de fútbol, trabajar en la misma empresa, practicar un mismo hobby. No hay que confundir esto con la amistad. Para mí una buena vara de medir a los verdaderos amigos es poder compartir un apartamento sin tirarnos los trastos a la cabeza o ponernos inmediatamente de acuerdo en los lugares que vamos a visitar en un viaje. Si salimos de este trance airosamente podríamos ir juntos hasta el fin del mundo. Las relaciones, para que perduren, tienen que basarse en el respeto, en la confianza y en el cariño mutuo. Lo demás es 'colegueo'.
En definitiva, podemos enriquecer nuestras vidas con las aportaciones de todas personas interesantes con las que nos crucemos, pero a los verdaderos amigos los tenemos que cuidar y mimar como a una planta frágil y delicada para que precisamente se fortalezca y nos dure para siempre.
Sta genial gracias carmine
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