Vivimos en la época del trabajo. Una época en la que la ya antigua figura de "padre" la ejercen los progenitores (ambos) , y la de "madre" los y las abuelos y abuelas.Los mayores ayudan en la educación y el desarrollo del infante, son sus defensores ante "problemas" paternales y siempre estarán de tu parte. Algo muy necesario en esta edad tan difícil ( por algunos apodada "la edad de la ira"). La adolescencia. Famosa por sus idas y venidas, por sus cambios, por sus dudas y sobre todo por sus disputas. Por estos tiempos, la casa se convierte en "La Segunda Guerra Mundial" (light) , un campo de batalla entre padres e hijos. Pero en toda guerra hay un mediador. En este caso, son los abuelos. Aunque nos llevemos cincuenta años, ambos (aunque no siempre) comprendemos el pensamiento del otro. Los adolescentes, más "progresistas", visionarios y tecnológicos; y los ancianos, conservadores y, en cierto modo, despiertos.
Los padres de nuestros padres son nuestros cojines, nuestros hombros, nuestros escudos, y armaduras. Nosotros somos sus sombras, sus reflejos, sus sueños y expectativas. Nos conocen, nos entienden y nos ayudan. Nos dan un poco de luz en esta etapa en la que sólo somos capaces de ver oscuridad. Ellos son nuestros maestros, ellos, son nuestro "Yoda".
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