LA INFLUENCIA DEL LUGAR DEL NACIMIENTO
Lágrimas y gritos, con eso nos
damos a conocer al mundo. Es irónico que algo tan feliz y bello como es la
aparición de una nueva vida tenga que empezar así, con un llanto. Podemos
pensar que no pasa nada, es un simple momento y al niño se le pasa enseguida,
pero esos lloros iniciales no son el verdadero problema, la verdad es que
dependiendo de dónde y quien haya visto caer esas lágrimas, puede que estas
perduren en un lagrimeo sin fin durante toda la vida del infante.
La familia de la criatura recién
llegada la condicionara en gran manera. Por un lado, se presentaran ante
nosotros esas figuras paternales que dan todo por sus hijos, a tal punto que
llegan a ser sobreprotectores. ¡Bienaventuradas las criaturas que
tengan que soportar tal calvario! Crecerán faltos de independencia, necesitados
de apoyo, puede que hasta desarrollen el síndrome de Edipo y no solo eso, sino
que se vuelvan seres consentidos y despreciables que creen que el dolor no
existe y que tendrán todo lo que deseen. ¡Pobres desdichados cuando descubran
la cruda verdad! Por otra parte, están aquellos que nacen en un ambiente
hostil, las pobres criaturas que desde pequeños descubren el maltrato y se
conciencian de que está bien, de que es lo normal. Ahí es donde están nuestros
futuros reos, en esos pobres niños cuyos padres parecían más unos enemigos a
los que no es posible delatar. De todos modos, no será solo la familia la que
construya a ese futuro individuo. El lugar donde ese niño desarrolle su vida, y
ante todo su infancia, también influirá en su madurez. Nacer en un país
desarrollado, como los Estados Unidos, te convertirá en una persona
“privilegiada”. Tendrás acceso a las más nuevas tecnologías, disfrutaras de
agua caliente, luz y comida diarias, la enfermedad es fácilmente tratad. Sin embargo,
¿podemos considerarnos realmente dichosos de vivir así? Es cierto que en países
tercermundistas, la enfermedad y el hambre son el pan de cada día, la guerra y
la muerte es lo habitual y sin embargo, no existe el marcado individualismo,
observas a la gente y ves que viven verdaderamente en comunión los unos con los
otros, que ellos son los realmente libres por mucho que la sociedad se empeñe
en tratarlos como esclavos, ellos son los que realmente tienen las mejores
sonrisas de felicidad.
En conclusión, el lugar y el seno
familiar en el que naces te condicionará para siempre. Los niños
son al fin y al cabo como esponjas y todo aquello que marque sus primeros años
lo acabarán absorbiendo y asimilando para adaptar su vida a ello. La infancia
es la etapa más importante de la vida y por ello debe ser en la que el niño
adquiera los mejores valores y pueda vivir realmente feliz.
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